Durante muchos años, la laca ha sido el fijador más usado por las mujeres. Recuerdo que, en el baño de la casa de mis padres, nunca faltaba la botella de laca y es uno de los olores que más recuerdo de mi época de estudiante de peluquería.
Pero ¿qué ha sucedido con la laca? En los últimos años y ante la aparición de un sinfín de productos de fijación capilar, este producto ha caído casi en el olvido y su eficacia se ha llegado a cuestionar…
La laca, como cualquier producto de fijación, puede estropear el cabello si se abusa de ella, pero realmente no es cierto que de buenas a primeras vaya a fastidiar una melena por usar laca a diario, fíjate por ejemplo en el pelo de las señoras mayores, que usan laca a diario!!
Es muy sencillo eliminar la laca, con cepillar el cabello por la noche, es más que suficiente, claro está dependiendo de la cantidad y la fijación del producto… Pero algo fundamental para saber si la laca que usas es de buena calidad o no, es el cepillado, si te peinas el cabello varias veces y ves que este no queda limpio, ya puedes ir pensando en cambiar de marca porque esta que usas no es nada buena.
En el mercado hay diferentes tipos de laca, unas de fijación suave, normal, extra, e incluso para los diferentes tipos de cabello y debes elegir la que más se adecue al peinado que vayas a realizarte. Por ejemplo si te vas a hacer un moño y quieres que no se mueva ni un pelo, lo ideal es que escojas una laca extra fuerte.
Si lo que pretendes es lucir una melena suelta pero evitando que el pelo se encrespe, con una laca de fijación media, problema resuelto y encima le dará un toque extra de brillo.
Eso sí, debes usar la cantidad justa porque si te pasas, lo único que crearás es un aspecto apelmazado antiestético, y aplícala a cierta distancia y evitando que entre en contacto con los ojos.